Las últimas declaraciones de la Secretaria General del PP, Dolores de Cospedal, en las que ha acusado al Gobierno de utilizar a la Fiscalía para “perseguir” a Camps en lugar de a ETA y de que la democracia “corre serio peligro” con el Ejecutivo socialista, son sencillamente impresentables, impropias de un dirigente político de este país.
La única intención que persigue el Partido Popular es crear una estrategia con la que tratar de seguir desviando la atención de lo que el Tribunal Superior de Valencia ha dado por probado: que Camps mintió y que recibió regalos, de manera continuada, de una trama corrupta.
Que De Cospedal haya hecho estas declaraciones horas después de que ETA nos golpeara con el asesinato de dos Guardias Civiles en Mallorca, después de que Rajoy acompañase al Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al entierro y tras el grito unánime de todos los demócratas por la unidad frente al terrorismo, pone bien a las claras cuales son las prioridades del Partido Popular y escenifica de manera rotunda cual es la altura política se sus representantes.
El PP trata de ocultar la corrupción que hay en sus filas, es evidente, igual que lo es la falta de escrúpulos a la hora de tratar de conseguirlo, pero alguien debería decirles que CON LA LUCHA DE LOS DEMÓCRATAS UNIDOS FRENTE AL TERRORISMO, NI SE JUEGA, NI SE FRIVOLIZA, y ese "alguien" volverán a ser las y los ciudadanos.
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